“La verdad adelgaza y no quiebra,
y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua”
Miguel Cervantes
Saavedra
Creo que no existe mejor manera
para empezar mi post que haciendo uso de una frase de mi paisano Cervantes. La
verdad y la mentira suelen andar siempre juntas, pero sin mezclarse y en muchas
ocasiones depende del estado de ánimo en el que nos encontramos, de las ganas
que tengamos para poder diferenciarlas o simplemente de lo inclinados que
podamos estar por una u otra.
Y es que durante las últimas
semanas he asistido, como espectador, al estreno de las que pueden ser dos
grandes obras literarias: “Hay vida después de la crisis” y “Nosotros
los mercados”. Cada una de ellas ha sido escrita por una figura
mediática, a mi entender, en gran parte fruto de lo que hoy se ha dado a
conocer por la “popularización de la
economía”. Desde hace tiempo no nos extraña que hasta nuestras abuelas
hablen de la prima de riesgo, razones más que de sobra para que algunos
best-sellers de intriga o amor hayan sido desplazados por libros sobre economía
como los antes mencionados.
El primero de los libros, pero
segundo en salir a la luz, ha sido escrito por José Carlos Diez. El segundo,
desde hace unos meses entre nosotros, es de Daniel Lacalle.
Si se tratara de responder a la
pregunta sobre cuál me ha gustado más, o quien
está más cerca de la verdad y quien de la mentira, según mi parecer, debo
reconocer que posiblemente ambos estén en posesión de ambas, y sólo que depende
de cómo nosotros, sus lectores, queramos entender el mensaje.
Para José Carlos, firme seguidor de Keynes, o eso a mí me
parece, y enamorado de la política seguida por el Banco de Japón y la FED
americana, Merkel y Mariano hacen todo lo contrario a lo que él recomienda, es
decir a lo que entiendo él haría. Según José Carlos, la crisis que vivimos es
una crisis de deuda privada, principalmente bancaria y que provoca
restricciones en el crédito, lo cual ocasiona continuados cierres de empresas y
una profunda depresión. De Merkel lo que opina es que hace un juego sucio al
tirar la piedra y esconder la mano. Juego que según él desde España seguimos
como buenos alumnos, no vaya a ser que de hacer lo contrario nos manden al
“rincón de pensar”.
Daniel Lacalle, al contrario, ataca los pilares
keynesianistas, defiende la racionalidad en el gasto, huyendo de un exceso de
burocracia inútil y en un escenario de una Europa menos intervencionista.
Daniel cree firmemente en la búsqueda continua de la credibilidad
institucional, industrial, de la responsabilidad crediticia, de la seguridad
jurídica en los estados y sobre todo de la creación de un entorno adecuado para
los inversores.
Si no os lo he dicho antes, a mí
me gustaba más el rock.
Ambas obras, así como los autores
que las han escrito, se encuentran en una sociedad tecnológica, de twitter,
Facebook, linkedin,…donde la repercusión de sus pensamientos ha corrido como la
pólvora en las últimas fechas. Son muchos los programas de radio, televisión,
conferencias, presentaciones,…, a las que ambos han acudido y posiblemente
muchas más a las que seguirán asistiendo. Ellos, sus autores, tienen una
capacidad de poder influir o al menos aportar información sobre la situación en
la que nos encontramos, económicamente hablando, así como de los motivos por
los que hasta aquí hemos llegado y, posiblemente lo más importante, las
posibles soluciones o alternativas que debemos enfrentar para salvar la crisis
que vivimos.
Llegado a este punto, y partiendo
de que como antes comenté, la verdad o mentira en sus afirmaciones posiblemente
sólo dependa de cómo entendemos cada uno las cosas, y como antes dije que soy
más de rock, tengo que reconocer, por mi parte una cierta inclinación, por no
decir debilidad hacia Daniel. Y por aquello de que la facilopinión, al menos
últimamente, se moja, a continuación daré mi punto de vista, apoyado en gran
medida por las conclusiones que saco de la lectura del informe del CEC: “España un país de oportunidades” y que
no quiero por menos dejar de compartir con vosotros:
Según mi
opinión, el panorama español actualmente
es complejo, muy complejo. Existe una elevada (y creciente) tasa de paro,
excesos de endeudamiento no del todo corregidos, sería conveniente, por no
decir necesario, reconducir las cuentas públicas hacia un equilibrio
sostenible, es urgente terminar con el proceso de reestructuración bancaria y
no debemos olvidar que es necesario llevar a cabo nuevas reformas
estructurales.
Ahora bien, la
pregunta que me hago y en la que posiblemente coincidiremos muchos es: ¿España cuenta con los recursos suficientes
para superar la situación que vivimos, en un plazo de tiempo razonable?:
1. Posiblemente
el euro ha superado el punto álgido
(peek) de la crisis de confianza que ha vivido hasta el momento. La duda
que tengo es si ahora no sería conveniente, como dice Soros, que Alemania se
planteara salir del euro. De una u otra manera, parece que la solidez de la moneda
europea se ha afianzado, despejándose así algunas de las mayores “nubes” que se
cernían sobre el horizonte español.
Al mismo tiempo,
parece que la competitividad española se ha fortalecido, de la mano de una
contención salarial y de un incremento de la productividad por empleado
(posiblemente debida por aquello de “cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”).
El otro ajuste necesario, el del sector público, aunque con mayores
dificultades (en gran medida por culpa de los del cheque fácil como diría Daniel),
parece ha experimentado avances considerables. Ambos factores, junto con las
reformas acometidas en el sector laboral y financiero deberían dar frutos en un
futuro no muy lejano.
2. En
cualquier momento, y posiblemente sea a finales
del 2013, se inicie un camino hacia
la expansión, por pequeña que sea, necesaria después de ocho trimestres
seguidos de retraso económico. Para el 2014, la Comisión Europea estima un
crecimiento del 0,8%, situación que de ser cierta, significaría un crecimiento
del PIB, el cual a su vez podría animar las expectativas de consumidores e
inversores, e iniciarse así un “círculo virtuoso” que acelere la recuperación
antes de lo previsto. Ojala así sea.
3. No
podemos tampoco olvidar algunos aspectos positivos de la estructura productiva
de España. La fuerza de trabajo española
está formada en un 38% por personas con formación universitaria, superior a
la media europea en el 30%. Para el conjunto de la economía española, la
diferencia entre productividad (PIB por empleado) y su coste salarial por
persona ocupada es de 28.000€, es decir igual que Alemania, Francia o Italia.
Apoyado en ese margen de la productividad, debería conseguirse que en España
crezcan las empresas innovadoras en campos como la biotecnología, industria
aeroespacial, …
Además, y pese a
la locura que en años pasados hemos vivido, hasta el punto de realizar en
nuestro país infraestructuras como si no hubiera un mañana, ahora es el momento
de recoger alguno de los frutos, en lo que al menos a nuestra experiencia
técnica se refiere. Las exportaciones de
servicios no vinculados al turismo han ascendido hasta los €63.000MM,
apoyados en gran medida en las exportaciones de ingeniería y proyectos,
asociados en muchos casos a la gestión o la construcción de infraestructuras
avanzadas. Y si seguimos en esa línea muchos más pueden venir. Como ejemplo, el
estado de Singapur, que esta semana vino por España, para exponer su proyecto
para duplicar la red de metro existente. Unos $40.000MM de inversión hasta el
2030 y para los que el gobierno de Singapur quiere contar con las empresas
españolas, en gran medida por su experiencia en obras subterráneas. De algo nos
tenía que servir la M-30…Singapur, Colombia, Perú, Reino Unido, Turquía,… y
muchos otros no son sino algunos ejemplos de la inyección en exportaciones que
España puede vivir en los próximos años.
Por otra parte
no debemos olvidar el turismo como
fuente de ingresos y riqueza para el país. España continúa siendo el
segundo país del mundo en términos de facturación e ingresos, pero no todo ello
responde al prototipo de sol y playa. El patrimonio cultural, parece cada vez
toma más importancia, todo ello si como dice la Unesco España ocupa el segundo
lugar en el mundo por cantidad y calidad de dicho patrimonio. Y por último, no
debemos olvidar que somos el tercer país del mundo en cuanto a entradas de
visitantes vinculadas a congresos, convenciones científicas y culturales,
ferias industriales y de muestras, o simplemente por viajes de negocio.
Con todos estos
datos, a veces me parece que España es un país infravalorado, pero en gran
medida por nosotros mismo pues no nos damos cuenta donde se encuentra nuestro
“oro negro”, para cuidarlo y mejorarlo.
4. Por
último, pero no menos importante, parece claro que es necesario continuar, e incluso intensificar, el impulso reformista
en el ámbito de la Administración Pública, reduciendo con ello esa
burocracia en cierta forma obsoleta que lastra las cuentas públicas, mejorar el
mercado laboral y sobre todo conseguir de una vez por todas una colaboración
eficiente entre el mundo de la empresa y el de formación profesional.
Caso aparte
considero es la reforma en el ámbito de la educación. Después de la n-ésima que
hemos vivido en la última semana, me pregunto si en algún momento nuestros
dirigentes serán capaces de ponerse de acuerdo, todos, o al menos una mayoría
de ellos, en articular una reforma laboral que dure años, y que no cambien cada
vez que llega al gobierno un partido diferente. Esto será algo más difícil,
seguro, pero que no por ello espero dejar de poder ver en mi vida.
Los datos, como pueden verse, bien utilizados, pueden
servir para animarnos. En ningún momento he hablado de imprimir, ya se encargan
en Japón de hacerlo por nosotros. Porque antes de hacerlo tenemos que resolver
parte del mal, de la gangrena que nos consume. Si no somos capaces de hacerlo,
y debo reconocer que nuestro presidente, Mariano Rajoy me está decepcionando en
ese sentido, de poco servirán las cifras, la mejora en las condiciones
macroeconómicas. De poco servirá que nos toque la lotería de la UE. Seguiremos
teniendo el mal dentro, y ese mal volverá a salir antes o después, de eso que
nos quede duda.
Verdades y mentiras aparte, quiero terminar con otra frase,
esta vez de Churchill, que me resultó muy interesante cuando la leí:
“The reason for having
diplomatic relations is not to confer a compliment, but to secure a
convenience”
Qué bien nos vendría tener un Churchill ahora, aunque sólo
fuera por sus frases…